lunes, 28 de febrero de 2011

Una guerra

Mi padre se empeña en que estuviese encerrada en lo alto de la torre. Y llevo dicisiete años aquí. Desde que nací.
Desde esta torre se puede oir todo lo que pasa alrededor edl palacio, todo sin excepción: a los vendedores, compradores y guerreros. Oigo mi nombre, mi padre me llama:
-Victoria, ven aquí
-Si padre-Oigo abrirse las puertas del torreón  y bajo lentamente por las escaleras.
-Victoria, te voy a presentar a Martín, tu prometido, hijo de un importante rey.
Yo ya sabría que no tendría derecho a casarme con quien yo quisiera, ya que nuestro reino está en crisis, y me casaría con quien conveniese  solo por dinero. Vi entrar a un señor, mal vestido, y de cara muy  fea, regordete y bajito.
Venía acompañadodel que se suponía que era su criado, todo lo contrario a él: Alto de pelo castaño, ojos azules y de buen aspecto. Nos miramos fijamente y supe que me enamoré de él.
Los siguientes días seguí viendo a Martín y  a su guapo criado.
Un día de esos conseguí hablar con  él.
-Hola- dijo él
Hola
¿Tu eres la prometida de mi hermano?
Si... de tu hermano
-Si, aunque se nota que no tenemos nada en común.
Sí bastante.
-En lo que tu padre y mi hermano charlan, ¿Quieres que vayamos a hablar más pausadamente?
-Vale.
Fuimos por los alrededores del palacio. Nunca había visto mi palacio, desde eñ punto de vista de él. Todo lo contrario a mis pensamientos de un típico castillo... Pero la tarde se hizo más interesante cuando él dijo:
-Yo sé que a ti no te gusta mi hermano. pero a él le gustas tú.
-Yo sinceramente, no me gusta tu hermano.
-¿Por que no le pides a tu padre que te cambie de prometido? Porque tu a mi si me gustas.
-Tu a mi tambien me gustas. Pero mi padre quiere casarme con tu hermano porque será príncipe antes que tú.
Quien diria que esta historia acaba así:
Mis dos prometidos peleandose por mí.
Yo estaba otra vez  en lo alto de la torre, con la espalda llena de magulladuras, heridas de látigos. Aunque yo prefería casarme con  él. Nunca se cumplen tus deseos.

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